Perú y el desafío de un futuro en la democracia
A lo largo de la campaña de segunda vuelta presidencial en Perú, muchos consideraban que tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori amenazaban la democracia, y que si no fuera obligatorio, optarían por no votar.
La confrontación de los programas electorales de Humala y Fujimori resultó ser para los peruanos una confrontación entre concepciones políticas de izquierda y de derecha, y aunque los candidatos no lo hayan dicho así, y por el contrario trataran de suavizar sus programas, la gente percibía que estaba escogiendo entre la propuesta de aumentar el tamaño y la influencia del Estado, controlando más al sector privado y reduciendo las disensiones y las libertades; y la de mantener una sociedad económicamente liberal, de libre juego democrático, pero con autoridad demasiado férrea, teñida de un antecedente de corrupción.
La realidad es menos esquemática, por supuesto, y en una región como América del Sur, que lucha por encontrar la senda del progreso, de la prosperidad económica y de la equidad social, difícilmente pueden replicarse sin trastornos experiencias como las de Venezuela y Ecuador.
En estas elecciones presidenciales, el fantasma de Chávez, aunque estuvo presente, no fue tan invasivo como en las pasadas, porque no hubo evidencia sobre su intromisión y porque hay un criterio menos dramático y más racional en torno a la posibilidad de que elegido Ollanta Humala, pueda convertirse en un títere del gobernante venezolano.
Tanto Humala como Fujimori ofrecieron poner en marcha programas sociales enfocados en los más pobres, en los ancianos y los menores, propuestas de corte populista que no se ocuparon a fondo de la economía peruana en avance, ni mostraron compromisos para continuarla o cambiarla drásticamente.
Todo parece indicar que Ollanta Humala es el próximo presidente del Perú, lo que a juicio del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, resulta un triunfo contundente contra “el fascismo”, porque se libraron de que una “dictadura que fue corrompida y sangrienta volviera a tomar el poder”.
Por supuesto, no podía faltar el llamado al nuevo presidente, tanto de Vargas Llosa como el actual mandatario Alan García, para que propicie la reconciliación entre los peruanos y no contribuya a la polarización del país.
Para los analistas y consultores económicos, resulta inevitable que con el triunfo de Humala, hoy lunes los mercados financieros y de divisas experimenten grandes presiones de volatilidad, simplemente por el temor de un freno a la inversión privada que aplicaría el nuevo mandatario.
Muchos peruanos temen que Humala no sólo cambie radicalmente el modelo económico que ha hecho de Perú el país de mayor crecimiento en América Latina en la última década, sino que se embarque en modificaciones constitucionales para eternizarse en el poder, siguiendo el ejemplo de Chávez y Correa.
Lo único que podría impedir tan cosa es que los peruanos decidan unirse en el propósito de mantener la democracia y fortalecer el crecimiento económico, haciendo que favorezca por igual a toda la población.
Colombia, América del Sur y el mundo entero estarán atentos del rumbo que tome ahora Perú.
La confrontación de los programas electorales de Humala y Fujimori resultó ser para los peruanos una confrontación entre concepciones políticas de izquierda y de derecha, y aunque los candidatos no lo hayan dicho así, y por el contrario trataran de suavizar sus programas, la gente percibía que estaba escogiendo entre la propuesta de aumentar el tamaño y la influencia del Estado, controlando más al sector privado y reduciendo las disensiones y las libertades; y la de mantener una sociedad económicamente liberal, de libre juego democrático, pero con autoridad demasiado férrea, teñida de un antecedente de corrupción.
La realidad es menos esquemática, por supuesto, y en una región como América del Sur, que lucha por encontrar la senda del progreso, de la prosperidad económica y de la equidad social, difícilmente pueden replicarse sin trastornos experiencias como las de Venezuela y Ecuador.
En estas elecciones presidenciales, el fantasma de Chávez, aunque estuvo presente, no fue tan invasivo como en las pasadas, porque no hubo evidencia sobre su intromisión y porque hay un criterio menos dramático y más racional en torno a la posibilidad de que elegido Ollanta Humala, pueda convertirse en un títere del gobernante venezolano.
Tanto Humala como Fujimori ofrecieron poner en marcha programas sociales enfocados en los más pobres, en los ancianos y los menores, propuestas de corte populista que no se ocuparon a fondo de la economía peruana en avance, ni mostraron compromisos para continuarla o cambiarla drásticamente.
Todo parece indicar que Ollanta Humala es el próximo presidente del Perú, lo que a juicio del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, resulta un triunfo contundente contra “el fascismo”, porque se libraron de que una “dictadura que fue corrompida y sangrienta volviera a tomar el poder”.
Por supuesto, no podía faltar el llamado al nuevo presidente, tanto de Vargas Llosa como el actual mandatario Alan García, para que propicie la reconciliación entre los peruanos y no contribuya a la polarización del país.
Para los analistas y consultores económicos, resulta inevitable que con el triunfo de Humala, hoy lunes los mercados financieros y de divisas experimenten grandes presiones de volatilidad, simplemente por el temor de un freno a la inversión privada que aplicaría el nuevo mandatario.
Muchos peruanos temen que Humala no sólo cambie radicalmente el modelo económico que ha hecho de Perú el país de mayor crecimiento en América Latina en la última década, sino que se embarque en modificaciones constitucionales para eternizarse en el poder, siguiendo el ejemplo de Chávez y Correa.
Lo único que podría impedir tan cosa es que los peruanos decidan unirse en el propósito de mantener la democracia y fortalecer el crecimiento económico, haciendo que favorezca por igual a toda la población.
Colombia, América del Sur y el mundo entero estarán atentos del rumbo que tome ahora Perú.
0 comments:
Post a Comment