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Thursday, June 23, 2011

EDITORIAL : THE EL UNIVERSAL, COLOMBIA

         

 

El ganadero, la víctima


En Bolívar se da una discusión pública en el sector ganadero, motivada por la restricción de las exportaciones de ganado en pie mediante el Decreto 2000 del 8 de junio pasado, firmado por los ministros de Agricultura y Comercio, que afectó a los ganaderos vendedores, y por supuesto, a los exportadores, que alistaban un embarque para Oriente Medio.

Aunque algunos dijeron que el decreto los tomaba por sorpresa, Ricardo Sánchez, viceministro de Agricultura, le dijo a El Universal que los exportadores estaban advertidos de esta posibilidad desde septiembre pasado.

El fondo de la disputa es que el Gobierno y Fedegán coinciden en que Colombia no debería exportar ganado en pie, sino sacrificarlo en el país y exportarlo en canal para dejar aquí el valor agregado de ese proceso.

Argumentan que en el cénit de las exportaciones a Venezuela, que pagaba las reses colombianas en pie al doble del precio internacional, el país apenas recibió 200 millones de dólares, mientras que sacrificando las reses aquí, se podrían exportar cerca de 700 millones de dólares de carne en canal más o menos con las mismas cabezas.

La posición del Ministerio y de Fedegán es comprensible para la conveniencia del país, pero los ganaderos –que ganaban un poco más que de costumbre con las exportaciones en pie a Medio Oriente-, la creen una maniobra para favorecer a los frigoríficos y otros intermediarios, mientras que a quienes producen las reses no les entra un solo centavo de más, y el mayor valor queda “agregado” a otros bolsillos.

La esencia de la disputa es la misma de toda la vida. Los ganaderos siempre están casi quebrados, mientras que los intermediarios se lucran de ellos. Ocurre no solo en el mercado de la carne, sino también en el de la leche, donde las procesadoras se quedan con la crema y con la plata, y los productores con casi nada.

Los costos para los ganaderos están desbordados. Por ejemplo, las drogas veterinarias, con poco control de precios, son proporcionalmente mucho más caras que las drogas humanas y el gremio argumenta que así es como los grandes laboratorios farmacéuticos se desquitan del control a la medicina para la gente.

Cuando llega el invierno y aumenta la producción de leche con el pasto verde y abundante, las procesadoras comienzan a bajar los precios al productor, pero jamás le trasladan ese menor costo al consumidor. Igual ocurre con la carne, que casi nunca baja de precio para la gente de la calle, pero siempre desciende para el ganadero.

Como sabrá el lector, más de 80% de los ganaderos colombianos son pequeños, por lo que el sector tiene una importancia social alta. Muchísima gente depende de pocas reses y de tierras reducidas.

El Ministerio de Agricultura y Fedegán deberían abrir una discusión pública nacional y concertar políticas concretas para que no se extinga la ganadería por la pauperización de los ganaderos, y para que compartan las utilidades de los intermediarios de una manera justa. Solo así no habrá desabastecimiento en el país.



Acceso a tecnologías de la información


La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el acceso a Internet como un derecho fundamental de los ciudadanos del mundo entero, teniendo en cuenta que este avance tecnológico es la herramienta más poderosa para obtener conocimiento que existe, y uno de los medios educativos más eficaces.

También Internet se ha convertido en la manera más rápida y útil de vigilar las acciones de los gobernantes y él único que garantiza la transparencia plena de la gestión estatal.

Y como si esto fuera poco, es el medio más exitoso para garantizar el ejercicio pleno de la democracia, pues masifica la participación ciudadana en las grandes decisiones gubernamentales.

Si llevamos esta decisión importante de la ONU al ámbito de los países y las ciudades del mundo, es obvio que garantizar el acceso total y equitativo a Internet representa uno de los retos más grandes para cualquier gobernante o quien aspire a serlo.

En tal contexto, sorprende que las personas que han puesto su nombre a consideración de la ciudadanía, con el propósito de lograr su apoyo en la meta de ser elegidos para regir los destinos de Cartagena y Bolívar, no hayan tocado el Internet de ninguna manera en su temática.

En Colombia se ha avanzado mucho en la democratización del acceso a Internet, pero todavía queda mucho por hacer para conseguir la cobertura plena de conexión.

Además, hay mucho más por hacer en la capacitación de los ciudadanos, de manera que puedan aprovechar a fondo las grandes posibilidades que ofrece esta herramienta tecnológica que ha provocada una revolución auténtica del conocimiento.

Es preciso que los primeros pasos que ha dado la Administración distrital de Cartagena en la dotación de computadores y redes de acceso a Internet sean continuados por las próximos mandatarios, de manera que a la vuelta de pocos años, nuestros niños y adolescentes tengan las mismas competencias en el uso de la tecnología que los niños y jóvenes de todo el mundo.

Las aulas digitales que se pusieron al servicio en muchos planteles oficiales de Cartagena deben ser la puerta para que los estudiantes de los estratos más bajos adquieran las destrezas necesarias para tener más oportunidades de formación y desempeño profesional.

Hasta hace poco, los estudiantes de los barrios populares sólo podían entrar a Internet en los centros instalados por el programa presidencial dedicado a masificar el acceso a la tecnología. Hoy cuentan, además, con una entrada en sus propios colegios, la cual debe ser guiada con responsabilidad por profesores preparados y abiertos a las potencialidades creativas innumerables de este medio.

El carácter, la capacidad de trabajo y la creatividad de los ciudadanos del futuro dependen del éxito en la enseñanza sobre el uso de la tecnología que reciban los niños y adolescentes hoy.

También la responsabilidad ciudadana, la consolidación de la transparencia de la gestión gubernamental y la participación ciudadana, dependen de esa formación temprana.

Ahora que se inició el camino de la tecnología a los estudiantes de los colegios oficiales de Cartagena, les corresponde a los siguientes alcaldes recorrerlo hasta el final.



Una revolución cultural entretenida


En una entrevista con el periódico caleño El País, la ministra de Cultura Mariana Garcés, al revelar las bases de la política cultural que está desarrollando desde esa cartera, mencionó algunas experiencias recogidas en su ciudad natal, Cali, que integraron las manifestaciones expresivas populares con prácticas administrativas modernas y eficientes.

La política del Ministerio se ha enfocado en varios objetivos, entre ellos, la promoción a fondo de la lectura y la escritura desde la primera infancia, dotación y modernización de bibliotecas públicas y el fomento a la industria editorial.

No es una tarea fácil ni barata, si se piensa exclusivamente en la inversión pública, pero cuando a este ambicioso proyecto se le suma una gran imaginación y un espíritu emprendedor de gestión, se hace muy factible.

Una de las experiencias en las que la ministra Mariana Garcés participó directamente en Cali fue el proceso de convertir la tradición popular de la salsa, parte indisoluble de la vida e idiosincrasia de los caleños, en una industria rentable y capaz de formar integralmente a las nuevas generaciones.

Ese proceso empezó con la creación de centros culturales en los barrios, para convertir la rumba asociada a la música salsa en un patrimonio que consolidara la formación de los niños y jóvenes, sin despojarla de sus elementos lúdicos y de goce.

Un proceso similar se ha venido gestando en Cartagena con la recuperación de las tradiciones festivas asociadas a la celebración de la Independencia, que todavía está en su etapa de consolidación, pero que ya no puede ser interrumpido ni encausado en otra dirección.

Una estrategia que la Ministra destaca enfáticamente en la entrevista mencionada al principio es la importancia de las campañas de cultura ciudadana, entendidas no como fugaces reiteraciones publicitarias a través de los medios de comunicación, sino como un proyecto de largo plazo que intenta cambiar la vida de la comunidad, sin quebrantar las tradiciones ni eliminar los elementos gozosos que son inherentes a ellas.

Con este mismo criterio, es decir, el de propiciar nuevos comportamientos a través de una interpretación creativa de las tradiciones, la funcionaria se ha propuesto impulsar la cimentación del hábito de la lectura.

Y ha sido especialmente insistente en que ese programa debe empezar y concentrarse en la primera infancia, cuando se están adquiriendo los hábitos que perdurarán toda la vida. Incluso, se ha valido de investigaciones y estudios como el del grupo inglés Bookstart, para cuantificar el retorno de la inversión hecha para que un niño adquiera el hábito de lectura.

Una clave para garantizar el éxito: el goce. No es posible sembrar el hábito de la lectura, si la lectura no es una actividad que entretenga y deleite a los niños. Nada de tareas diarias que son percibidas como aburridas obligaciones académicas. Nada de coartar los intereses y aficiones de los muchachos.

El camino está abierto para ciudades como Cartagena, donde las historias bien contadas hacen parte de la vida cotidiana desde la más tierna infancia.





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